Fotografía de Mariano Gaviño Romero |
Y fue lo último que escuché: ¡Anaaa! Y la "a" quedó rebotando como pelotas en el patio del colegio, con ese repicar hueco y cada vez más cortito. Y después viró a un zumbido que se incrustó en una de mis dendritas; y ¡zas!, se desparramó a todo el cerebro. Y aún persiste allí, así: zzzzzzzzzzzz. Y fue en ese instante que me arrancaron de un tirón, hacia atrás; me aspiraron con una rapidez que no se parece a nada. No... No, tampoco... Ni siquiera a eso.
Le juro y le vuelvo a jurar que desde ese día tengo vértigo.
Cómo ha cambiado desde la primera escritura. Ganó en imágenes y sonidos. La escritura fonética le otorga mayor dinamismo. Sara Isabella Bonfante
ResponderBorrarGracias, Sara!! chuic
Borrar