sábado, 30 de mayo de 2015

Atrapada

Fotografía de Gabriela Romero
Nunca pude resistirme a una puerta entornada, por eso entré. Debería haber escuchado los latidos de alerta de mi corazón y si no el chirrido anunciante de aquella. Si hubiese sabido que la luz no se filtraba allí, habría retrocedido... 
La escuché olfatearme, salivar. La oscuridad me devoró  como quién disfruta de su cena. Comenzó con mis pies, y ascendió despedazándome como si fuera una fiera y yo una amenaza. Bebió mi sangre, hasta la derramada lamió. Yo... yo la escuchaba masticar, tragar... pero no pude oír su eructo de satisfecha porque en el mismo instante la puerta  se cerró.

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